Hace años, en mi efímera carrera política, siendo candidato de relleno
en las listas de IU para las municipales de mi localidad, me encontraba
en la noche de comienzo de la campaña electoral pegando carteles con
unos compañeros. Entre ellos se encontraba el cabeza de lista y en
aquellos momentos nuestro único representante en el consistorio.
Coincidimos aquella noche con un grupo de socialistas que hacían lo propio. Para mi sorpresa me encontré que entre ellos se encontraba un notable miembro del PSOE local y destacado componente a su vez del equipo de gobierno. Iba vestido de domingo y con su maricona. Lo acompañaban, supongo, que miembros de su partido. Éstos con ropa de trabajo y pegando carteles. En tanto nuestro concejal pegaba carteles como cualquiera, este conspicuo socialista parecía dirigir como habían de efectuar tan compleja operación sus compañeros. Lógicamente, cuando se encontraron ambos ediles dejaron sus tareas y pasaron a comentar asuntos municipales.
Aquella noche fui consciente de la aparición de una nueva especie sociológica, a la que podíamos denominar sociata. Dicha especie está formada por una serie de dirigentes locales que una vez acceden al poder hacen uso del mismo para favorecer a los suyos. De tal manera que los socialistas se dividen entre notables (con maricona) y obreros de la política que realizan el trabajo. No es que dichos obreros lo hagan altruistamente. Consiguen trabajos en el ayuntamiento (fijos o temporales), peonadas y otros beneficios a la sombra del poder. Si no son ellos, siempre hay familiares o allegados a los que favorecer desde el poder municipal. De tal manera que se produce una traslación de la figura del señorito a la del sociata. Una nueva élite. Teniendo en cuenta que hablo de una localidad en la que se produce alternancia, es de imaginar lo que debe suceder en otras localidades.
La participación en Andalucía en las municipales de 2.011 fue alrededor de un 80 % en los núcleos rurales, en torno al 65 % en ciudades pequeñas y medianas, y sobre el 60 % en las 10 principales ciudades.
Sistemáticamente, desde el inicio de nuestra democracia, el PSOE ha conseguido mejores resultados cuanto menor es la dimensión del municipio. En las elecciones municipales de 2.011 obtuvo sobre el 42 % en los núcleos rurales, un 33 % en las ciudades pequeñas y medianas, y un 24 % en las diez principales ciudades.
A partir de estos datos parece ser que conforme aumenta el tamaño de la población el apoyo al PSOE disminuye. Esto se podría explicar por el hecho de que cuanto mayor es el municipio, menor es la relación vecino-alcalde y menor el amiguismo y el trato de favor. Con ello no quiero decir que no exista corrupción en municipios grandes, sólo que ésta ya se daría a niveles más altos. Evidentemente partidos que favorecen a clases más elitistas obtendrán menos votos que los que los hacen a un número mayor de electores.
Por otra parte se observa que cuanto menor es el núcleo, mayor es la participación. Este hecho no se produce sólo en las elecciones municipales sino en todas ellas, lo cual evidentemente favorece al PSOE en elecciones de ámbito superior al local, ya que dicha participación es mayor donde mayor porcentaje de votos tiene.
El PSOE es el partido más implantado en la comunidad y con más agrupaciones, que actúan como una maraña de oficinas de intereses. Es decir, que nos encontramos con un sistema clientelar, de favores al por menor que evidentemente proporciona réditos electorales. ¿Qué mejor que pertenecer o tener buena relación con el partido gobernante?
En las últimas europeas, probablemente con la clara influencia de la gestión estatal del PP, el PSOE consiguió, aunque perdió votos, una clara ventaja sobre los populares. Por tanto, es de temer, que en las próximas autonómicas consiga la victoria. De tal manera que, como hace ahora con la complicidad de IU con la que es de suponer seguiría contando en caso necesario, podrían seguir usando todo el aparato administrativo para torpedear la actuación de la jueza Alaya en el asunto de los ERE's (y en otros casos) . Y, si no impedir, si minimizar las consecuencias de la actuación judicial.
En cualquier caso el voto es libre y secreto, y cada uno le da el uso que cree oportuno. Se puede votar por convicción o por intereses. Me temo que la mayoría de las personas lo hagan por lo segundo. Eso sí, defienden sus intereses tanto quienes votan izquierda como quienes votan derecha.
Coincidimos aquella noche con un grupo de socialistas que hacían lo propio. Para mi sorpresa me encontré que entre ellos se encontraba un notable miembro del PSOE local y destacado componente a su vez del equipo de gobierno. Iba vestido de domingo y con su maricona. Lo acompañaban, supongo, que miembros de su partido. Éstos con ropa de trabajo y pegando carteles. En tanto nuestro concejal pegaba carteles como cualquiera, este conspicuo socialista parecía dirigir como habían de efectuar tan compleja operación sus compañeros. Lógicamente, cuando se encontraron ambos ediles dejaron sus tareas y pasaron a comentar asuntos municipales.
Aquella noche fui consciente de la aparición de una nueva especie sociológica, a la que podíamos denominar sociata. Dicha especie está formada por una serie de dirigentes locales que una vez acceden al poder hacen uso del mismo para favorecer a los suyos. De tal manera que los socialistas se dividen entre notables (con maricona) y obreros de la política que realizan el trabajo. No es que dichos obreros lo hagan altruistamente. Consiguen trabajos en el ayuntamiento (fijos o temporales), peonadas y otros beneficios a la sombra del poder. Si no son ellos, siempre hay familiares o allegados a los que favorecer desde el poder municipal. De tal manera que se produce una traslación de la figura del señorito a la del sociata. Una nueva élite. Teniendo en cuenta que hablo de una localidad en la que se produce alternancia, es de imaginar lo que debe suceder en otras localidades.
La participación en Andalucía en las municipales de 2.011 fue alrededor de un 80 % en los núcleos rurales, en torno al 65 % en ciudades pequeñas y medianas, y sobre el 60 % en las 10 principales ciudades.
Sistemáticamente, desde el inicio de nuestra democracia, el PSOE ha conseguido mejores resultados cuanto menor es la dimensión del municipio. En las elecciones municipales de 2.011 obtuvo sobre el 42 % en los núcleos rurales, un 33 % en las ciudades pequeñas y medianas, y un 24 % en las diez principales ciudades.
A partir de estos datos parece ser que conforme aumenta el tamaño de la población el apoyo al PSOE disminuye. Esto se podría explicar por el hecho de que cuanto mayor es el municipio, menor es la relación vecino-alcalde y menor el amiguismo y el trato de favor. Con ello no quiero decir que no exista corrupción en municipios grandes, sólo que ésta ya se daría a niveles más altos. Evidentemente partidos que favorecen a clases más elitistas obtendrán menos votos que los que los hacen a un número mayor de electores.
Por otra parte se observa que cuanto menor es el núcleo, mayor es la participación. Este hecho no se produce sólo en las elecciones municipales sino en todas ellas, lo cual evidentemente favorece al PSOE en elecciones de ámbito superior al local, ya que dicha participación es mayor donde mayor porcentaje de votos tiene.
El PSOE es el partido más implantado en la comunidad y con más agrupaciones, que actúan como una maraña de oficinas de intereses. Es decir, que nos encontramos con un sistema clientelar, de favores al por menor que evidentemente proporciona réditos electorales. ¿Qué mejor que pertenecer o tener buena relación con el partido gobernante?
En las últimas europeas, probablemente con la clara influencia de la gestión estatal del PP, el PSOE consiguió, aunque perdió votos, una clara ventaja sobre los populares. Por tanto, es de temer, que en las próximas autonómicas consiga la victoria. De tal manera que, como hace ahora con la complicidad de IU con la que es de suponer seguiría contando en caso necesario, podrían seguir usando todo el aparato administrativo para torpedear la actuación de la jueza Alaya en el asunto de los ERE's (y en otros casos) . Y, si no impedir, si minimizar las consecuencias de la actuación judicial.
En cualquier caso el voto es libre y secreto, y cada uno le da el uso que cree oportuno. Se puede votar por convicción o por intereses. Me temo que la mayoría de las personas lo hagan por lo segundo. Eso sí, defienden sus intereses tanto quienes votan izquierda como quienes votan derecha.
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