domingo, 28 de febrero de 2016

Gatos panza arriba

              Hace más de dos meses que se celebraron las elecciones y las incertidumbres sobre quienes nos gobernarán no se han despejado. A pesar de ello la tierra no se ha abierto a nuestros pies y seguimos en la Vía Láctea. La economía tampoco se ha hundido, aunque las incertidumbres económicas internacionales, dónde el Soso pinta menos que nada, ahí siguen y se desconoce si la crisis continuará o salimos de ella de una vez por todas.

El resultado del 20-D supuso un revulsivo en nuestro anquilosado sistema político surgido tras la muerte del dictador que considero positivo, aunque habrá que ver el recorrido que tiene el mismo. A pesar de ello se impone el tacticismo político en todas las formaciones.

Al estratega Rajoy lo pillaron llegando a situar hasta la fecha de unos próximos comicios, pero esto del cambio climático debe estar afectando a la política y, en un invierno que parece no llegar nunca, las altas temperaturas han hecho que eclosionen y aumenten el número de anfibios en las ciénagas populares del centro y este del país a niveles que pudieran afectar al color (ya no tan azul) de las papeletas que muchos pensarían introducir en esas hipotéticas nuevas urnas.

Es un partido en descomposición en el que su líder eludió con mejores palabras, pero peores argumentos, la indirecta de su correligionario vasco Damborenea cuando le dijo que estaba hasta los avíos de corrupción. ¿Pero qué se puede esperar del amigo del suizo?, ¿del que defiende a la de los bolsos de Louis Vuitton dándole colocación en la Permanente del Senado?, ¿del partido de una señora cuyos concejales valencianos están prácticamente todos “investigados”?, ¿o de una lideresa que tiene un criadero de ranas en los madriles?, etc., etc.,….

El PSOE por otra parte se encuentra en un estado de contradicción y luchas internas. Su pérdida de poder es evidente. El partido de los 202 diputados tiene ahora menos de la mitad. En su seno hay una lucha entre los que defienden el legado de los gobiernos del, según Anguita, “señor X de los GAL por acción u omisión consciente”, el partido de Barrionuevo y Vera, el partido que mangoneaba el hermano de Juan Guerra, el partido de Narcís Serra o Hernández Moltó, …., …., etc. El partido al que todavía le queda en Andalucía un régimen clientelar dónde se ha expoliado a sus ciudadanos comprando su voto con tres o cuatro subsidios y peonás, y que tiene sumida a esta comunidad en la cola del país excepto en las cifras de desempleados, que lidera. La lucha está entre Pedro Sánchez, al que le ha tocado lidiar con la situación más crítica del partido desde la llegada de la democracia, y la felipesa, política chillona, mediocre, populista, arribista y tonta útil de la vieja guardia que pretende desbancar al primero para que no se descubran las vergüenzas de la corrupta gestión liderada por Chaves y después Griñán.

Causa también vergüenza ajena observar como periodistas apesebrados defienden un sistema constitucional que ha sido útil, pero que exige una profunda reforma. ¿Pero qué se puede esperar de periodistas como Hermann Tertsch, Melchor Miralles o Sáenz de Buruaga que presumen de liberales y cobraban auténticas mordidas de la cadena pública de la Espe?

Aunque después de oír lo que se cuenta en el juicio del balonmanista se comprende que el sistema está podrido desde su cúpula. Escuché a Eduardo inda decir que una de las causas de la mala relación entre Juan Carlos I y Aznar fue la negativa de este último a comprarle un barquito del erario público al del patrimonio de 2.000 millones o más. O cuando leí que le parecía poca cosa para su hija que viviera en un pisito de 400.000 €. Este juicio está resultando un espectáculo obsceno para una población que sufre desahucios, paro, que no tiene para la calefacción, etc., etc. Estos borbones parecen más bien una familia siciliana.

Ante esto los partidos alternativos se presentan como una bocanada de aire fresco que ofrece la posibilidad de reformar el sistema. Una reforma que exige una separación real de poderes; eliminación de TODOS los aforamientos; un sistema electoral más justo que haga más real aquello de una persona, un voto; que derogue la impunidad legal aprobada por el “regenerador” Rajoy; dónde podamos elegir a nuestro Jefe de Estado democráticamente; en el que el Parlamento pueda solicitar la comparecencia de los miembros del gobierno con un número de diputados importante, pero que no pueda ser bloqueado por una mayoría parlamentaria; de igual manera para crear comisiones de investigación y pedir comparecencias para las mismas; un sistema económico más justo y equilibrado en el que las diferencias entre ricos y pobres se reduzcan y dejen de incrementase; etc.

Evidentemente el sistema y los que están pringados en sus corruptelas o al servicio de estos se defienden como gatos panza arriba para minimizar las consecuencias que pudieran acarrearles. Pero es de desear, más que esperar, que a pesar de todo se consiga una verdadera reforma constitucional, más ambiciosa que el pacto PSOE-Ciudadanos, que nos urge por el bien de nuestro país y de su salud democrática. La Constitución vigente se aprobó en las circunstancias en que se aprobó y actualmente se observan sus deficiencias, y como se rompen sus costuras y se descubren sus vergüenzas. Es de esperar también que se imponga la responsabilidad y se llegue a algún acuerdo en estos dos meses y no sea preciso volver a nuevas elecciones en las que PSOE y PP podrían resultar aún más perjudicados, no pareciendo que los resultados puedan diferir tanto de los actuales. Reconozco que aunar ambos deseos es metafísicamente imposible, pero algo se logrará.

Fermín. 

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