En
España desde que conseguimos la democracia hasta ahora se han alternado en el
poder derecha (disfrazada de centro al principio) e izquierda. Ambas
posiciones políticas han llevado
políticas en el terreno laboral en España unidireccionales en las que cada vez
dejan más indefensos a los trabajadores frente a los empresarios. Entre el
modelo chino y otros modelos asiáticos todos sabemos por cual han optado.
Realmente, y ya vemos lo que está pasando estos días en la productiva China, el
capitalismo está llegando a una especie de saturación, es de temer el colapso
del sistema y los que mandan se hacen el Lorenzo. Aunque no es sobre esto sobre
lo que escribo hoy, sino por otra cuestión que parece un continuo vaivén.
Que los aliados, con el “Mundo Libre” a
la cabeza, dejaron a Franco al frente de nuestro país por miedo al fantasma
comunista es una realidad histórica incontestable. Nuestro país siguió siendo
el país marginado, atrasado e irrelevante a nivel internacional que ya era
desde principios del XVIII. Esto ha producido que la derecha española sea de la
más rancia de Europa a consecuencia de que la transición (dónde al contrario
que Portugal cuando una revolución de guante blanco rompió las ataduras con el
régimen salazarista) supuso unos consensos que obligaron a cesiones por parte
de los derrotados en la Guerra Civil.
Franco, aunque todos los que
participaron en aquella guerra fraticida hicieron lo que pudieron, al vencer
impuso el nacionalcatolicismo en nuestro país. Los acuerdos con la Santa Sede
suponen privilegios económicos y educativos para la Iglesia en España que hoy
día parecen hasta incrementarse, y que
no se dan ni en la misma Italia.
Que se escuche a determinados
“demócratas” defender que la Iglesia se inmatricule una propiedad de todos como
es la Mezquita de Córdoba es de nota. Cuando el actual gobierno permite que se
la llame catedral causa sonrojo. Y cuando argumentan que está construida sobre
cuatro piedras visigodas descubiertas hace dos días para defenderlo es hacer el
ridículo a nivel planetario. Eso no lo permitió ni el mismísimo Caudillo. Pero,
¿qué podemos esperar de los que llaman Reconquista a algo que duró ocho siglos?
En todo caso sería una Reconquista Tranquila, digo yo.
Nuestro sistema educativo actual es de
pena y de menor calidad que el de los que somos de la EGB, en mi opinión. Y
esto porque no hay, ni parece que habrá, capacidad de entendimiento entre los
grandes partidos.
La llegada de la democracia supuso que
se creara la asignatura de ética para dar una salida a los que no quisieran ser
adoctrinados en el catolicismo. Los socialistas, con el ministro Maravall como
pionero, fueron rompiendo paulatinamente los lazos con la Iglesia en varias y
sucesivas leyes. Lamentablemente también fueron introduciendo la idea de que todas
las personas son iguales de inteligentes y, además, que todos tienen las mismas
ganas de estudiar. De lo más ridículo y alienante dicho sea de paso. Obligan a
chavales con alergia a los libros a perder el tiempo hasta los dieciséis y ya
hablan de elevarlo hasta los dieciocho. Parecen querer convertir a nuestro país
en el país de los albañiles-ingenieros. Y eso por no hablar de las sucesivas
cesiones para contentar a unos nacionalistas insaciables, que por mucho que se
les ofrezca, todo les parece siempre poco.
Lo del PP es para que se lo hagan
mirar. Aquellos que defienden la libertad religiosa debieran comprender que
libertad religiosa supone que cada cual pueda elegir aquella religión que le
plazca practicar o ninguna si es tal su deseo. La reforma actualmente vigente
supone en la práctica obligar a muchos alumnos a elegir una “maría” u optar por
parecida alternativa en cuanto a dificultad, para mejorar nota de cara a
selectividad. Y la filosofía fuera, que debe afectar a la psique. Yo
particularmente no comprendo ni eso de que los padres son los que tienen el
derecho a elegir la religión que han de estudiar sus hijos. Tampoco pasaría
nada por darles una formación más integral y que optaran a edad más madura. Era
yo escolar y así lo entendía lo último algún cura de los
que me enseñó la “religión verdadera”. Aunque comprendo a los padres, ya que
eso del fuego eterno suena terrorífico.
Felipe consiguió generalizar el acceso
a la Universidad para todos aquellos que tuvieran capacidad para sacrificarse y
estudiar aunque no fueran Einstenes, precisamente. Ya se sabe que de la
cantidad sale la calidad y el que vale, vale. Aunque no todos tengan dieciocho
Doctorados de la dificultad de los que tiene Paco el Asistentebabas, algunos
doctorcillos o ingenierillos de caminos parece que salían y salen. Y los que
eran más tontos igual hasta hasta conseguían trabajo y todo.
Todos elogian el sistema educativo de
países como Japón, Corea o hasta
China por sus grandes resultados en los
estudios PISA. Tampoco pasaría nada si esos mismos señores echaran un vistazo
al número de suicidios entre sus jóvenes o al estrés que no les permite ni
dormir, que sufren. Lógicamente sus orígenes son culturales y al añadirle la
vorágine consumista occidental se generan sociedades enfermas. Que Occidente
considere modélicos estos sistemas educativos que amargan y arruinan la
juventud de muchos es para asustarse.
Gráfico me resultó un Guirigay de esos
que llaman Asamblea de Estudiantes dónde un compañero (en tiempos de crisis,
aunque nada que ver con la que tenemos encima) dijo: “Yo lo que quiero es
aprender Física aunque acabe trabajando de taxista”. Al menos el trabajo de
taxista es un trabajo tan digno como cualquier otro.
Es cierto que estamos a la cola en los informes
PISA, pero la explicación la escuché de boca de una profesora universitaria en
un programa radiofónico. Es tan sencilla como el hecho de los escasos recursos
que se dedican en nuestro país a investigación (y hoy día aún menos), pero no a
la calidad de los docentes que decía, es alta. Aunque hay que reconocer que el
que nuestros funcionarios trabajen o no está a su elección, claro. A pesar de
ello me la creí ya que no hay más que ver como aprecian y se pelean por
nuestros enfermeros e ingenieros en Reino Unido o Alemania. No serán tan
incapaces como quieren hacernos creer, imagino.
Comparar nuestras universidades
privadas con las norteamericanas, o hasta las británicas de Oxford y Cambridge,
como muchos hacen es lo mismo que comparar un huevo con una castaña. En España
la mayoría de las privadas, aunque estén dotadas de mejores medios, están
diseñadas para regalar titulaciones a los que puedan pagarlas. En Norteamérica
las hay para cerebros brillantes (con dinero
o sin él) como Harvard o para tarados. Pero lo que es realmente notable es
cuando destacan lo del deporte. Muchos, por no decir todos de los que
participan en la Oxford-Cambridge o deportistas de élite norteamericanos son
zoquetes con músculo o algún talento, pero talento no para estudiar precisamente.
Como había que adaptarse a Europa
Zapatero el Ciego nos homologó con esto de los grados. Grados con los que hoy
día no se va a ninguna parte y que obligan a los estudiantes que no obtengan
beca a pagarse unos másteres con precios prohibitivos cada vez para más capas
de la población. Y los retrógrados de ahora han dado otra vuelta de tuerca y lo
han puesto en tres impidiendo que la mayoría del lumpen pueda sacar algo en
condiciones de la Universidad. Si hay que adaptarse y flexibilizar los planes
de estudios podrían haberlos dejado a similar precio que los cursos de grado.
Pero es evidente que en nuestro país no hay dinero a este paso ni para dar de
comer a muchos como lo de China no se arregle, que parece difícil.
Con este panorama serían precisos
cerebros imaginativos y sin extraños vínculos con los de los billetes para
encontrar alguna solución. Y después tampoco pasaría nada que en vez de tanto
productivo asiático nos mirásemos en el espejo de unos rubiales norteños que
hasta mediados del XX eran de los más atrasados del continente. En Finlandia,
los escolares estudian bastantes menos horas que aquí, tienen menores
exigencias académicas, no están tan obsesionados con la productividad, su
enseñanza es pública y gratuita aunque la religión sea obligatoria, y … se codean con los de los ojos rasgados.
Aunque pensemos que a los morenitos bajitos nos gusta más la juerga parece que
hay algunos centros dónde se compaginan ambas cosas y funcionan. Por tanto tampoco
pasaría nada si todas (o la mayor parte) de la actual pluralidad política
alcanzaran consensos y un verdadero Pacto de Estado de una vez por todas que
acabara con este desbarajuste. Cosa que veo prácticamente imposible y que ya
intentó un razonable Gabilondo en su día. Lástima que a la de los pagos en
diferido no le hiciera gracia, lástima.
¿Se habrá arrepentido?, quizá sí, quizá
no, quizá sí, … ¿Qué saldrá hoy en su
calculadora?
Incógnita.
Fermín.